Aferrándonos mutuamente , el inconsciente de lo bello que es saber que descansa
y sueña a su antojo, junto a mi.
Que mi pecho puede brindarle el calido bienestar del amor.
Que maravillosos son los chicos,
como logran desprendernos de la cotidiana crueldad,
de los actos adultos innecesarios que causan dolor.
Con su pequeña manito me cobija el alma,
y hoy recuerdo ese momento.
Puedo pasarme horas enteras disfrutando de su presencia dulce y revoltosa.
El no teme apoyar su cabeza y dejarse mimar, cuando aprenderemos de ellos?