
Me observo y me perpetuo
para encontrarte en mi ser,
pero el terror de ir olvidando tus ausencias
empapa la habitación.
Es difícil escribirle a alguien que no existió nunca…
ese que seque mis lágrimas, y sepa escucharme.
Ese que no me abandone cuando entrego la calma.
Uno mis lunares recorridos por tus huellas,
Y formo la mano que tapa mi boca para que no se escapen
las palabras prohibidas por tus oídos…